sábado, 9 de junio de 2012

CAPÍTULO 4.


 (Eclo 6,18-37; 14,20-27; Prov 1,20-33; 8,1-11)

4 1Hijo mío, no te burles de la vida del afligido,
no deprimas al que sufre amargamente;
2no le gruñas al necesitado
ni te cierres al ánimo abatido;
3no exasperes al que se siente abatido
ni aflijas al pobre que acude a ti,
ni niegues limosna al indigente;
4no rechaces la súplica del pobre,
5ni le des ocasión de maldecirte:
6si en la amargura de su dolor clama contra ti,
su Hacedor escuchará su clamor.
7Hazte simpático a la asamblea,
inclina la cabeza ante el que manda;
8haz caso del pobre
y responde a su saludo con llaneza;
9libra al oprimido del opresor
y no te repugne hacer justicia.
10Sé padre para los huérfanos y marido para las viudas,
y Dios te llamará hijo, tendrá piedad y te librará de la fosa.
11La sabiduría instruye a sus hijos,
estimula a los que la comprenden.
12Los que la aman, aman la vida;
los que la buscan, alcanzan el favor del Señor;
13los que la retienen consiguen gloria del Señor,
acamparán con la bendición de Dios;
14los que la sirven, sirven al Santo;
Dios ama a los que la aman.
15Quien me escucha juzgará rectamente,
quien me hace caso habitará en mis atrios;
17disimulada caminaré con él,
 
comenzaré probándolo con tentaciones;
cuando su corazón se entregue a mí,
18volveré a él para guiarlo y revelarle mis secretos;
19pero si se desvía, lo rechazaré y lo castigaré con la cárcel;
si se aparta de mí, lo arrojaré y lo entregaré a los salteadores.

Timidez

20Hijo mío, aprovecha la ocasión pero guárdate del mal,
no seas vergonzoso en perjuicio propio;
21hay una vergüenza que acarrea culpa,
hay una vergüenza que trae gracia y honor.
22No tengas respetos en perjuicio propio
ni titubees con peligro propio;
23no retengas la palabra oportuna
ni escondas tu sabiduría;
24pues hablando se muestra la sabiduría,
y la inteligencia, en la respuesta de la lengua.
25No contradigas a Dios, humíllate ante Dios;
26no te avergüences de confesar tu culpa,
no te opongas a la corriente.
27No te sometas a un necio ni resistas a los que mandan.
No te sientes con juez inicuo,
pues tendrás que juzgar según su capricho.
28Hasta la muerte lucha por la justicia,
y el Señor peleará a tu favor.
29No seas arrogante de boca,
apocado y cobarde en los hechos;
30no seas un león para tu familia,
miedoso y apocado con los siervos;
31no tengas la mano abierta para recibir
y cerrada a la hora de dar.


4,1-6 La fórmula "hijo m lo" introduce nueva sección. El signo estilístico son los imperativos negativos. No se trata puramente de la necesidad, que remediaría una limosna indiferente; sino que lo personal de la compasión, el interés, la amabilidad, confieren valor auténtico a la limosna: véase 18,15-18. La motivación apela a la sanción de Dios, el cual responde a las reclamaciones del pobre: es la doctrina de Ex 22,23s; Dt 24,14s, que resuena en Sant 5,4; véase también Eclo 35,14-22.

4,3 Prov 18,23.

4,6 Ex 22,23-24; Dt 24,14-15.

4,7 -10 Parece describir un proceso o juicio público en el que el discípulo defiende la causa del oprimido. Al entrar debe ganarse con su ademán la simpatía de la asamblea, saludar respetuosamente a quien preside, saludar con llaneza al defendido. El saludo expresa la participación humana. El defensor toma como cosa propia la causa del oprimido, de las clases desvalidas, huérfanos y viudas: Is 1,17.22; Job 29,12s. La sanción de Dios es maravillosa, adoptar como hijo (cfr. la culminación en Mt 5,44s; Lc 6,35).

4,11-19 Después de haber hablado, el maestro cede la palabra a la Sensatez personificada, que pronuncia aquí su primer discurso en el libro; imita Prov cap. 3, 8 y 9. Por delante va una doble introducción.

4,11 "Hijos" de la Sabiduría son sus discípulos: cfr. Mt 11,19. Su enseñanza no es puramente teórica, sino que incita y exhorta.

4,12-14 Todavía habla el maestro (la versión griega lo pone en primera persona, en boca de la Sabiduría). Los tres versos señalan los pasos del aprendizaje: comienza el amor e interés (Sab 7,10), sigue la búsqueda con éxito, después viene la constancia (Prov 3,18) y así se llega al servicio estable. Éste tiene algo de sacerdotal, Dios toma como hecho a sí lo que se hace por la Sabiduría (Sab 7,28). El último hemistiquio según el texto griego. Este amor a la sabiduría suena muy parecido al griego philo-sophia, sólo que el traductor usa el verbo agapao.

4,15 Aquí empieza su breve discurso, prometiendo el resultado final. Si tomamos como complementarios los dos hemistiquios, habla de juzgar en un tribunal sagrado. El v. 16 no existe en el texto hebreo.
4,17 -19 El breve discurso se desdobla en una parte positiva y una negativa. La primera describe el aprendizaje como una marcha por el desierto, tiempo clásico de las pruebas (Ex 16,4; 20,20; Dt 8,2) Y de la revelación divina. La Sabiduría parece desempeñar la función del "angel del Señor", mediador y guía: Ex 23,23; 32,34. La segunda parte recoge términos de la predicación deuteronómica sobre la ley.

4,20 Aquí comienza una de las series típicas del autor. Formalmente consiste en una enumeración de preceptos negativos. El número básico de la serie es 20 ó 22, número alfabético. Algunas prohibiciones se duplican en el segundo hemistiquio, otras llevan motivación, que se puede alargar a varios versos; otras adiciones están condicionadas por el tema y parecen posteriores. La serie tiene una cierta unidad temática, que no se debe urgir. La presente llega hasta 6,4, y su tema dominante se podría enunciar ''timidez y presunción".

4,21 El término "vergüenza" tiene varios significados: respetos humanos, timidez o cobardía, miedo a la humillación. Ben Sira distingue en ella dos caras opuestas (41,14-42,8). Es el principio del "doble aspecto", tan querido del autor, que preside muchos desarrollos y manifiesta la búsqueda del equilibrio. La forma "hay" es también clásica de esta literatura, p. ej. 19,25-20,20.

4,22 Véase 20,22s.

4,23-24 La sabiduría quiere servir a otros ya su dueño: compárese con 37,19s.

4,25-26 "Resistir" a Dios cuando Dios mismo acusa o arguye en un pleito sacro, como en Sal 50-51: en tal caso al hombre no le queda más que confesar el pecado ( Prov 28,13). "La corriente" parece referirse al castigo impuesto por Dios a causa del pecado. Confesar el pecado y aceptar el castigo son auténtica humildad, que se opone a una vergüenza perniciosa.

4,27 En función del contexto, debe entenderse como "sumisión" al necio por timidez o respetos humanos; y como "resistir" a la autoridad por presunción y arrogancia. De modo semejante, el juez inicuo intimida al compañero o subordinado y lo arrastra a la injusticia.

4,28 La injusticia atrae el tema de la justicia, que se inserta bien en el contexto: hay que "luchar" sin timidez ni respetos humanos.
La frase es muy importante: hay que unirla a Sab 1,15 Y a la bienaventuranza para la "sed de justicia" Mt 5; lo pueden ilustrar textos como Sal 58 y 94. El hebreo añade un verso que se repite y encaja mejor en 5,14.

4,29-30 Nueva forma de cobardía, del fanfarrón apocado; con una punta de ironía. En vez de "león", leen otros mastín.

4,31. Bello refrán, de los que podemos llamar flotantes; ha encontrado lugar aquí por la forma de prohibición y quizá por el proverbio que sigue, sobre la riqueza.


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