sábado, 7 de julio de 2012

CAPÍTULO 24.


SEGUNDA PARTE

Himno a la Sabiduría
(Eclo 1; Prov 8,22-31; Sab 7,8)

24 1La sabiduría se alaba a sí misma,
se gloría en medio de su pueblo,
2abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus potestades:
3yo salí de la boca del Altísimo
y como niebla cubrí la tierra
4habité en el cielo
con mi trono sobre columna de nubes;
5yo sola rodeé el arco del cielo
y paseé por la hondura del abismo,
6regí las olas del mar y los continentes
y todos los pueblos y naciones.
7Entre todos ellos busqué dónde descansar
y una heredad dónde habitar.
8Entonces el creador del universo me ordenó,
el que me creó estableció mi residencia:
Reside en Jacob, sea Israel tu heredad.
9Desde el principio, antes de los siglos me creó,
y no cesaré jamás.
10En la santa morada, en su presencia ofrecí culto
y en Sión me establecí;
11en la ciudad escogida me hizo descansar,
en Jerusalén reside mi poder.
12Eché raíces entre un pueblo glorioso, 
en la parcela del Señor, en su heredad.
13Crecí como cedro del Líbano
y como ciprés del monte Hermón,
14crecí como palmera de Engadí y como rosal de Jericó,
como olivo crecí en la pradera y como plátano junto al agua.
15Perfumé como cinamomo y espliego
y di aroma como mirra exquisita,
como incienso y ámbar y bálsamo,
como perfume de incienso en el santuario.
16Como terebinto extendí mis ramas,
un ramaje bello y frondoso;
17como vid hermosa retoñé:
mis flores y frutos son bellos y abundantes.
19Venid a mí los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
20recordarme es más dulce que la miel,
poseerme es mejor que los panales.
21El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed;
22el que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará.
23Todo esto es el libro de la alianza del Altísimo,
la Ley que nos dio Moisés
como herencia para la comunidad de Jacob.
25Rebosa sabiduría como el Pisón
y como el Tigris en primavera,
26va llena de inteligencia como el Éufrates
y como el Jordán durante la cosecha,
270frece enseñanza como el Nilo
y como el Guijón durante la vendimia.
28El primero no acabará de comprenderla
y el último no podrá rastrearla,
29pues su pensamiento es más dilatado que el mar
y su consejo más que el océano.
30Yo salí como canal de un río
y como acequia que riega un jardín;
31dije: Regaré mi huerto y empaparé mis arriates,
pero el canal se me hizo un río y el río se me hizo un lago.
32Haré brillar mi enseñanza como la aurora
para que ilumine las distancias;
33derramaré doctrina como profecía
y la legaré a las futuras generaciones.
34Mirad que no he trabajado para mí solo,
sino para todos los que la buscan.


24 Por su posición, encabeza la segunda parte del libro, como el cap. 1 encabeza la primera y toda la colección. Por su contenido es centro y culmen del libro entero y pieza esencial para una teología de la sabiduría. Utilizando imágenes y fórmulas del AT, el autor realiza una gran síntesis teológica, que prepara y ofrece símbolos a una cristología. El autor tiene presente la primera colección de Prov 1-9 y parece depender también de Job.

Lo mismo que en el cap. 1, de la sabiduría se deriva el sabio y del sabio, su enseñanza: esto justifica el poema como introducción a lo que sigue y permite al autor asomarse al libro, hablando de sí en primera persona.

Contamos 36 versos, que se podrían dividir en estrofas de seis versos; pero el contenido no coincide con dicha división formal. La disposición es clara: origen de la sabiduría y su función cósmica (1-6), búsqueda terrena hasta la elección de un pueblo y una ciudad (7-11), describe en imágenes vegetales su crecimiento y aroma (12-15), invitación a los hombres (16-22), el maestro habla de la ley (23-29), el maestro habla de sí. (30-34).

24,1-6 Sabiduría cósmica. Comienza a hablar en la asamblea celeste, como volviendo de un viaje y resumiendo sus etapas. Menciona los hombres sólo como habitantes del cosmos; no menciona animales ni astros. El escenario se divide verticalmente en cielo y abismo, la tierra se divide horizontalmente en mar y continentes.

24,1-2 El género autohimno es frecuente en Isaías Segundo, donde Dios se acredita frente a su pueblo y los ídolos. "Su pueblo" es la corte celeste, a la que pertenece por su origen divino y en la que ocupa un puesto preeminente.

24,3 Variación sobre Gn 1: la palabra creadora se llama aquí, como otras veces, "lo que sale de la boca". El espíritu ordenador, viento que se cierne en Gn 1, está visto aquí como niebla que se difunde y lo llena todo, quizá fecundando.

24,4 "Habitar" o acampar (cfr. Jn 1,14). La "columna de nubes" es en el Éxodo presencia protectora de la gloria de Dios.

24,5-6 Su visita es de inspección y dominio: algo así como el sol, que de día recorre el arco del cielo (Sal 19,6s) y de noche atraviesa el mundo subterráneo. En Gn 1 recibe el hombre el dominio de la tierra y los animales.

24,7-11 Sabiduría histórica. Dejando su morada celeste, busca morada estable en la tierra. Repite la peregrinación de Abrahán, del pueblo en el desierto, del arca.

24,7 "Heredad" designa la tierra prometida o una porción de ella; también el pueblo se llama "heredad" de Dios. El "descanso" se predica del pueblo (Dt 12,9) Y de Dios (Sal 132,8.14).

24,8 Como creador del universo, Dios puede elegir y asignar puestos (Ex 19,5). Atendiendo al procedimiento literario, la sabiduría está descrita a imagen del pueblo; atendiendo a la concepción teológica, el pueblo actúa a imagen de la sabiduría, ya que ella es anterior.

24,9 Trasciende los tiempos. Es la primera criatura, como dicen Prov 8,22 y Eclo 1.4, y es la última. Ocupa un lugar inmediato a Dios (cfr. Is 43,10) Y abarca creación e historia.

24,10 La elección de Jerusalén es la conclusión de una etapa: para el pueblo unificado bajo David, para el arca, depositada en el templo (Sal 132). En la tierra entregada, en la ciudad elegida, en el templo, el pueblo ofrece culto a su Dios. La sabiduría asume aquí dicha función litúrgica. Es palabra que sale de Dios y vuelve a Dios.

24,11 Jerusalén es además capital política del reino, donde el rey administra la justicia: Sal 122,5.

24,12-15 Acumula comparaciones de orden vegetal, de árboles corpulentos y plantas aromáticas. Palmera y olivo son frutales.

24,12 El descanso es nuevo comienzo de crecimiento y expansión.

24,13-14 Seis especies de árboles, encabezando la serie el de más prestigio (Is 14,8; 37,24). La pluralidad concentrada en tres versos indica un parque o paraíso: compárese con las siete especies de Is 41 ,18s. Donde habita la sabiduría surge un paraíso.

24,15 La traducción de los nombres no es cierta, pero los aromas mencionados se emplean en sahumerios y en la unción: se usan en el culto y consagran a los escogidos.

24,16-22 Por la continuación de imágenes vegetales, se diría que continúa la estrofa precedente. Hay un cambio: antes se hablaba de crecimiento y perfume, ahora de flores y frutos, preparando la invitación a los hombres.

24,16-17 El ''terebinto'' es árbol poco frecuente, a veces con función sacra (Jue 6,11). En cambio la vid es imagen clásica del pueblo: Is 5,1-7; 27,2-5; Sal 80.

24,18-21 La sabiduría interpela a sus oyentes humanos, como en Prov 8 y 9, La paradoja de sus frutos es que sacian y producen hambre: el crecimiento vegetal se comunica al hombre en forma de afán satisfecho e insaciable: es el extremo opuesto al cansancio del Qohelet, aunque la fórmula en parte se asemeje: Ecl 1,85.

24,20 "Nombre" o recuerdo o apellido, que se trasmite y pervive en la descendencia. El sabio, como un padre, trasmite como nombre o título y herencia la sabiduría; ella lo hace por sí misma. Así se identifica con la tradición viva de Israel.

24,22 Los dos verbos, "escuchar y poner en práctica", se refieren tradicionalmente a la ley. Con la cual se libra el hombre del pecado y del consiguiente fracaso definitivo de su vida.

24,23-29 Sabiduría = ley. Toma la palabra el maestro, como desvelando el enigma: hokma = toré. (cfr. Dt 4,6). En tiempo de Ben Sirá la tora de Moisés era el Pentateuco como norma superior de conducta. "Ley de Moisés y herencia" van unidos en la introducción a las bendiciones de Jacob: Gn 33,4.

24,23 Se refiere a la alianza del Sinaí, según la concepción del Deuteronomio.

24,24-27 El nuevo paraíso cuenta con los cuatro ramales de Gn 2,10-14. A ellos se añaden los dos ríos ligados a la suerte histórica del pueblo: Nilo y Jordán. Son ríos perennes, no torrentes provisorios. Entre los seis aseguran un caudal de sabiduría, inteligencia y prudencia para las tres estaciones, primavera, cosecha y vendimia.

24,28-29 El caudal forma un océano inabarcable. Si los ríos simbolizan la actividad incesante, el océano simboliza la plenitud en reposo. Es una plenitud que supera y desborda a la serie entera de quienes la estudian, del primero al último.

24,30-34 De sabiduría sabio. Concluye con la confesión en primera persona, como el libro entero (51,13-30).

24,30-31 Comparado con el océano, el maestro no es más que un canal o acequia, que empalma con el manantial y deriva el agua hacia el terreno limitado del jardín o huerto que cultiva. Sólo que, abierto a la plenitud, se inunda, crece y se convierte en lago o mar interior (Ez 47,1-9). Así es la plenitud comunicativa de la sabiduría: como las fuentes del Jordán hacia Genesaret o el Mar Muerto. El hombre es cauce avasallado por una corriente que lo desborda.

24,32-34 Cambia la imagen al iluminarse la conciencia del autor sobre su destino. Su actividad sapiencial es luz de aurora que comienza y crece y alcanza hasta el horizonte. Su doctrina se puede comparar con la profecía, porque ilumina a los hombres y procede de Dios, si bien indirectamente. Ben Sira pronuncia en el centro del libro su confesión de autor privilegiado. Su actividad, más que una gloria, ha sido un servicio para cuantos buscan la sabiduría. 

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