sábado, 7 de julio de 2012

CAPÍTULO 25.


25 1 Hay tres cosas que me gustan,
que agradan a Dios y a los hombres:
concordia entre hermanos, afecto entre amigos,
mujer y marido que se llevan bien.
2Tres cosas detesta mi alma y su conducta me resulta insoportable:
pobre soberbio, rico tacaño y viejo verde falto de seso.

Vejez.

3En la juventud no has hecho acopio,
¿cómo quieres encontrar en la vejez?
4iQué bien sienta a las canas el juicio
y a los ancianos saber aconsejar!
5iQué bien sienta a los ancianos la sabiduría,
el consejo ponderado a hombres venerables!
6La experiencia es corona de los ancianos,
y su orgullo es el temor del Señor.

Diez bienaventuranzas

7Mi corazón guarda nueve bienaventuranzas
y mi boca proclamará la décima:
Dichoso el que se alegra con sus hijos,
el que no tiene que servir a un inferior;
8dichoso el marido de mujer sensata,
el que no tiene que arar con buey y asno;
dichoso el que vive para ver la derrota de sus rivales,
y el que no resbala con la lengua;
9dichoso el que encuentra un amigo,
y el que no habla a oídos sordos;
10qué grande es quien alcanza sabiduría,
pero nadie como quien respeta al Señor;
11 el temor del Señor lo supera todo,
el que lo posee es incomparable.

La mujer malvada

13Ninguna herida como la del corazón,
ninguna maldad como la de la mujer,
14ninguna pelea como la de las rivales,
ninguna venganza como la de las émulas;
15no hay veneno como el de la serpiente
ni hay cólera como la de la mujer;
16más vale vivir con un león y un dragón
que vivir con mujer pendenciera.
17La mujer iracunda deforma su aspecto
y pone cara hostil como de osa;
18cuando su marido se sienta con los compañeros,
suspira sin poderse sostener.
19Cualquier maldad es pequeña junto a la de la mujer;
que le toque en suerte un pecador;
20cuesta arenosa para pies ancianos
es mujer charlatana para marido paciente.
21No tropieces por la belleza de una mujer
ni te dejes cazar por sus riquezas:
22es una infamia y una vergüenza
que la mujer sustente al marido.
23Coraz6n abatido, rostro sombrío,

pena del alma es la mujer malvada;
brazos débiles, rodillas vacilantes,
cuando la mujer no hace feliz al marido.
24Por una mujer comenz6 la culpa,
y por ella morimos todos.
25No abras las compuertas al agua
ni des confianza a mujer malvada;
26
y si no quiere someterse a ti,
córtala de tu propia carne.

25 Este capítulo nos ofrece varios proverbios numéricos. A modo de introducción,
recordemos un refrán numérico español: 'Tres muchos destruyen al hombre: mucho
hablar
y poco saber, mucho gastar y poco tener, mucho presumir y poco valer".

25,1 La concordia fraterna era más difícil en el antiguo régimen familiar de Israel, en el
que convivían hijos de diversas madres y primos en la tercera generación. Es fácil que el
proverbio sea antiguo, recogido por Ben Sira. Véase también Eclo 26,1-4 Y el pasaje clási-
co Sal 133.

25,2 Véase la caracterización del viejo verde en Eclo 42,8. Sobre el rico tacaño: Eclo
13,1-13.

25,3-6 Cuando la duración media de la vida era bastante baja, el que llegaba a viejo
acumulaba experiencia propia y ajena, conservaba y transmitía tradición, aparecía
como hombre privilegiado; hoy cambia algo el sentido de estos proverbios. Pero siempre
supera toda experiencia el temor de Dios. Véase Prov 16,31; EcI 6,31; 9,16.
25,4 Prov 16,31.
25,7-11 La traducción griega deforma mucho el original, del que conservamos dos
versos. El autor desarrolla el artificio numérico alternando formas positivas y negativas.
Utiliza también correspondencias temáticas: hijos-mujer, lengua-oídos, rivales-amigo. Con
estos indicios he intentado una reconstrucción del original. Véase una serie parecida en
40,18-27. Notemos la raigambre sapiencial de las bienaventuranzas en el sermón del
monte: comparadas con las de Sen Sira, resaltará la paradoja cristiana.

25,7 Véase Prov 30,22.

25,8 La ley prohíbe uniones que mezclan especies: Dt 22,10. La frase funciona también en sentido figurado, imagen de un acuerdo o compromiso desgraciado.

25,8b Véase 14,1; 19, 16.

25,9 Sobre la amistad Eclo 6,5-17 y los paralelos allí indicados.

25,10-11 Quizá haya que leer aquí también "dichoso", o bien "grande" se considera
atributo superior. La enumeración se hace ascendente y culmina en el temor de Dios.

25,13-26,27 Amplio tratado sobre las mujeres, ya anunciado en los vv, 1 y 8. El autor va alternando las buenas y las malas y concluye con una exhortación. El adjetivo "mala" tiene un sentido genérico, no el nuestro restringido.

25,13-16 La forma está muy marcada. El original parece referirse a la situación de poligamia, en la que son frecuentes rivalidades y riñas que turban la paz familiar: véase Eclo 26,6 y 37,11. El último caso hace sentido también en la monogamia: véase Prov 21, 9.19; 25,24.La comparación con la serpiente es superlativa, y también la comparación con leones y dragones: véase Sal 91,13; Is 30,6.

25,17 Sigue la comparación en la misma línea; es clásica la ferocidad de la osa a quien han robado las crías: 2 Sam 17,9; Os 13,8; Prov 17,12.

25,18 Lo contrario de Prov 31,23.

25,19 O bien "que le toque la suerte del pecador".

25,21-22 Algunos leen "ni codicies". Parece tratarse de herederas o viudas ricas que andan a caza de marido. Recuérdese la viva descripción de Is 4,1, donde las mujeres se ofrecen a proveer el sustento con tal de llevar el apellido del marido.

25,23 La terminología recuerda salmos y profetas: allí se aplican a desgracias nacionales o de la vida pública, aquí se refieren a la situación doméstica. El marido está descrito como orante de un salmo de súplica.

25,24-26 La referencia al Génesis es la cumbre de esta serie sombría. La mujer, que es "carne de su carne", puede arrollar al marido; separarse de la mujer amada es cortar la propia carne; más grave es ceder y someterse.

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