domingo, 8 de julio de 2012

CAPÍTULO 34.


Sueños
(Dt 13,2; Jr 23,15-18)

34 1La esperanza del necio es vana y engañosa,
los sueños dan alas a los insensatos
2caza sombras o persigue vientos
el que se fía de sueños;
3las visiones del sueño son a la realidad
lo que un rostro en el espejo es al verdadero.
4¿Qué podrá limpiar la suciedad?,
¿qué podrá comprobar la mentira?,
5magia, adivinación y sueños son falsedad:
la mente fantasea como parturienta.
6Si no vienen como aviso del Altísimo,
no les des crédito.
7Cuantos se extraviaron con sueños
y fiándose de ellos fracasaron.
8En cambio, la Ley se ha de cumplir sin falta;
la sabiduría es la perfección de una boca sincera.

Viajes.

9Uno que ha viajado sabe muchas cosas,
hombre experimentado habla con sensatez;
10quien no ha sido probado sabe bien poco,
el que ha viajado aumenta sus recursos.
11He visto mucho en mis viajes
y sé más de lo que cuento;
12cuántas veces pasé peligros de muerte
y me libró lo que sigue.

Temor de Dios

13Los que temen al Señor vivirán,
porque esperan en su salvador;
14el que teme al Señor no se alarmará
ni se acobardará, porque él es su esperanza;
15dichoso el que teme al Señor,
¿en quién confía, quién es su apoyo?
16El Señor se fija en los que lo aman,
es su robusto escudo, su firme apoyo,
sombra en el bochorno, reparo a mediodía,
protección del que tropieza, auxilio del que cae,
17levanta el ánimo, alumbra los ojos,
da salud y vida y bendición.

Culto y justicia
(ls 1,10-20; Sal 50; Jr 7; Am 5,21-25)

18Sacrificios de posesiones injustas son impuros,
ni son aceptados los dones de los inicuos;
19e1 Altísimo no acepta las ofrendas de los impíos
ni por sus muchos sacrificios les perdona el pecado;
20es sacrificar un hijo delante de su padre
quitar a los pobres para ofrecer sacrificio.
21El pan de la limosna es vida del pobre,
el que se lo niega es homicida;
22mata a su prójimo quien le quita el sustento,
quien no paga el justo salario derrama sangre.
23Uno construye y otro derriba:
¿de qué sirve sino de más trabajo?
24Uno reza y otro maldice:
¿a quién escuchará el Señor?
25Uno se purifica del contacto de un cadáver y lo vuelve a tocar:
¿de qué le sirve el baño?
26Lo mismo el que ayuna por sus pecados y luego vuelve a cometerlos,
¿quién escuchará su súplica?, ¿de qué le servirá su mortificación?

1-8 La legislación del Deuteronomio precave contra los sueños: Dt 13,2; Jeremías polemiza contra los profetas que apelan a sus sueños frente a la palabra de Dios, Jr 23,15-18. Pero el sueño está reconocido, desde el Génesis hasta el Evangelio de Mateo, como posible medio de comunicación divina; por eso Ben Sira reconoce y exceptúa ese caso; véase también Job 33,14-18. El aspecto psicológico del sueño que recoge el autor puede recordar la comparación de Is 29,8.

34,4-5 Mentira es el título que se aplica a los ídolos: así entran los sueños en la constelación idolátrica de magia y adivinación; véase Dt 18.

34,6 Véase Job 4,12-21. El género apocalíptico explota el sueño como procedimiento literario, p. ej. el libro de Daniel.

34,8 La sabiduría aparece en perfecto paralelismo con la ley, y no se menciona la profecía. El último hemistiquio es dudoso.

34,9-12 Los viajes, como experiencia humana, se oponen también a los sueños, y son fuente de sabiduría: por lo que tiene que pasar el viajero, expuesto a peligros diversos, y por lo que contempla de la vida humana en sus viajes. Ben Sira no siente la fidelidad a la tierra de Palestina como inmovilidad; la diáspora judía ha abierto muchas ventanas a los israelitas, y ha reavivado la vieja experiencia nómada. Quizás algunos viajes del autor tenían carácter oficial. Véase 39,4; 51,13.

34,13-17 Estos versos parecen conclusión de lo anterior, volviendo a la tierra firme, al punto de partida, que es el temor de Dios. Si es así, forman inclusión con 32,14-33,1. También es posible leerlos como introducción a la importante sección que sigue.
34,13-15 He aquí la gran paradoja: el que teme al Señor nada teme, temer al Señor es confiar en él, y la confianza es valentía. La esperanza en un salvador será también esperanza de un Salvador. El tema puede proceder de salmos de confianza y también es resonancia de 2,7-9.

34,16-17 Enumera títulos de Dios al estilo de los salmos: Sal 18 comienza con diez títulos. Probablemente el último hemistiquio tenía dos miembros, p. ej. "da salud, bendice con la vida", como Sal 29, 11: esto nos daría diez miembros. Escudo: Sal 3,4; 18,3.31; 28,7; 33,20; 59,12; 84,12; 119,114; 144,2. Apoyo, baluarte: Sal 27,1; 28,7.8; 31,5; 37,39; 43,2. Sombra: 17,8; 36,8; 57,2; 63,8; 91,1; 121,5. Reparo: 27,5; 31,21; 32,7; 61,5; 91,1; 119,114; etcétera. Por tanto, estos seis versos equivalen a una oración intercalada en la enseñanza, hecha toda de reminiscencias sálmicas.

34,18-35,10 Veinte versos dedica el autor a la cuestión capital del culto. Ya los profetas habían protestado contra un culto que no va unido con la justicia y caridad. El culto pertenece a la primera parte del decálogo: deberes para con Dios; pero, si falla la segunda parte del decálogo, el culto queda viciado en raíz. En cierto sentido, los deberes con el prójimo son más urgentes, ya que Dios nada recibe del hombre en el culto, si no es el reconocimiento. Así habla el salmo 50, Isaías en el primer capítulo, Miqueas en el sexto. Ben Sira va a repetir la enseñanza con todo vigor: el sabio emplea aquí un lenguaje profético.

34,18 La legislación del Levítico, 22,17-25, habla de manchas o imperfecciones en los animales, que los excluyen del sacrificio. Hay una impureza más grave, la injusticia que se adhiere al don robado: Prov 15,8; 21,27.

34,19 Quiere decir, cuando perduran en su actitud, sin convertirse interiormente.

34,20 La sentencia está cargada de resonancias sombrías: los abominables sacrificios humanos de otros pueblos (imitados a veces por Israel), sacrificios humanos por fuego en el Tofet o Valle de Hinnón (= Gehenna), la crueldad máxima de ajusticiar un hijo en presencia del padre (y quizás sacarle después los ojos, 2 Re 25,7). También suena aquí la revelación de Dios como padre de oprimidos y desamparados, Sal 68,6. Véase también Is 66,3.

34,21-22 Comentan el verso precedente: véase Dt 24,14-15.

34,23-26 Por comparaciones, en buen estilo sapiencial, subraya la contradicción de ofrecer sacrificio o mortificación por un pecado y seguir en la injusticia. El tocar un cadáver deja impuro e inhábil para asistir al culto público: Lv 16,29; 23,27; Num 19,11-13. 

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