martes, 24 de julio de 2012

CAPÍTULO 43.


La creación.
43 1El firmamento límpido es belleza del cielo,
la bóveda celeste es espectáculo majestuoso.
2El sol cuando sale derramando calor,
¡qué obra tan maravillosa del Señor!,
3a mediodía abrasa la tierra,
¿quién puede resistir su ardor?
4Un horno encendido calienta la fundición,
un rayo de sol abrasa los montes,
una lengua del astro calcina la tierra habitada
y su brillo ciega los ojos.
5¡Qué grande el Señor que lo hizo!,
sus órdenes espolean a sus campeones.
6También brilla la luna en fases y cielos
y rige los tiempos como signo perpetuo,
7determina las fiestas y las fechas
y se complace menguando en su órbita,
8de mes en mes se renueva,
¡qué maravilloso cambiar!
Señal militar, instrumento celeste
que enciende el firmamento con su brillo.
9Las estrellas adornan la belleza del cielo
y su luz resplandece en la altura divina;
10a una orden de Dios ocupan su puesto
y no se cansan de hacer la guardia.
11Mira el arco iris y bendice a su creador:
¡qué esplendor majestuoso!
l2Abarca el horizonte con su esplendor 
cuando lo tensa la mano poderosa de Dios.
13Su poder traza el relámpago
y acelera los rayos justicieros;
14crea para un destino un depósito
y hace volar las nubes como buitres.
15Su poder condensa las nubes
y desmenuza las piedras de granizo.
16El estruendo de su trueno estremece la tierra,
y con su fuerza sacude las montañas;
17cuando él quiere, el ábrego sopla,
la tormenta del norte, el ciclón y el huracán.
18Sacude la nieve como bandada de pájaros,
y al bajar se posa como langosta;
su belleza blanca deslumbra los ojos,
y cuando cae, se extasía el corazón;
19derrama escarcha como sal,
sus cristales destellan como zafiros.
20Hace soplar el gélido cierzo y su frío cuaja el estanque,
hiela todos los depósitos y reviste el aljibe con una coraza;
21quema la hierba del monte como la sequía
y los brotes de la dehesa como una llamarada;
22pero el rocío que destila lo cura todo:
suelta y fecunda la tierra reseca.
23Su sabiduría domeña el océano
y planta islas en el mar;
24los navegantes describen su extensión,
y al oírlos, nos asombramos;
25en él hay creaturas extrañas
y toda especie de monstruos marinos.
26Por él tiene éxito su mensajero
y su palabra ejecuta su voluntad.
27 Aunque siguiéramos, no acabaríamos,
la última palabra: «Él lo es todo».
28Encarezcamos su grandeza impenetrable,
él es más grande que todas sus obras;
29el Señor es temible en extremo,
y son admirables sus palabras.
30Los que ensalzáis al Señor, levantad la voz,
esforzaos cuanto podáis, que aún queda más,
los que alabáis al Señor, redoblad las fuerzas,
y no os canséis, porque no acabaréis.
3l¿Quién lo ha visto que pueda describirlo?,
¿quién lo alabará como él es?
32Quedan cosas más grandes escondidas,
sólo un poco he visto de sus obras.
33Todo lo ha hecho el Señor,
y a sus fieles les da sabiduría.

 43,1-33 El gran himno a la naturaleza se puede dividir en estrofas regulares, una de seis versos y seis de cuatro, a las que sigue un epílogo de ocho versos. En cuanto al tema, se puede considerar como comentario libre a la enumeración del salmo 148; el espíritu y alguna reminiscencia lo acercan al salmo 147. Se conjugan en el poema la descripción asombrada, el lirismo que se derrama en exclamaciones, varias imágenes que "domestican" la naturaleza. Sin duda alguna, el autor ha puesto en la obra todo su empeño, y ha conseguido un buen poema.

43,1-5 Firmamento y sol. Recuérdese Sal 19,7. El sol está visto al salir y al mediodía, se asemeja a un campeón o guerrero recorriendo su camino; el verso 5 se refería a la rápida bajada del poniente. La exclamación del v. 3 va dedicada a la obra, la del v. 5, al Señor que la hizo. Es algo dudosa la comparación del horno.

43,6-8 La luna. Varios elementos tomados de Gen 1 y Sal 104,19. Las fases están contempladas con estupor, y hay un juego de palabras en "renovarse" y "mes" (de la misma raíz). Por eso leen otros "cada mes se renueva según su nombre". Señal militar, como fuego de un campamento para avisar desde lejos. Es dudosa la palabra "instrumento" que se lee en el manuscrito hebreo, y que podría significar "odre" o "instrumento musical". Comparar la luna con un instrumento musical cuyo sonido sea el brillo es cosa extraña en el estilo bíblico.

43,9-10 Las estrellas. La imagen del "puesto" y de la "guardia" son claramente militares, como 42,17.

43,11-12 El arco iris ocupa puesto privilegiado en la narración del diluvio, Gen 9,13. Admira su amplitud, su brillo, su curva tirante.

43,13-16 Tema frecuentísimo en el AT. La primera imagen utiliza el verbo de "trazar" un rasgo de escritura o marcar una res: la mano de Dios abarca el firmamento con un trazo firme, el relámpago. La segunda imagen es más sosegada: algunos la entienden de bandadas de aves migratorias. La tercera es más artesana: Dios como picapedrero celeste y gigantesco. El v. 16 recoge las conocidas imágenes de la teofanía, p. ej. Sal 16,9; 97,4; 104,32; Hab 3,10.

43,17-19 Si el primer verso va unido temáticamente a los tres siguientes, trata de tormentas de invierno. La contemplación de la nevada es única en el AT: quizás la ha contemplado el autor en alguno de sus viajes, pues describe una nevada espesa que cuaja. La doble comparación es feliz en capturar el revoleteo espantado de la nieve y su posarse innumerable y mullido. La imagen de la escarcha es plenamente doméstica, como en Sal 147,16. Otros leen "brotan como zarzas".

43,20-22 La helada se mete por las casas. Quizás el "agua parada" de 20c se refiere a los charcos, en cualquier caso se trata de agua no fluyente. La helada quema la hierba no cultivada de montes y dehesas (todavía no ha brotado el grano); de las heladas se pasa a un tiempo intermedio, de rocío y lluvias, antes de llegar el calor.

43,23-25 El primer verso es algo dudoso, porque está medio borrado en el manuscrito hebreo: parece referirse a la tradicional imagen de ascendencia mítica, del océano como monstruo rebelde. Los cuentos de marineros asoman en Sal 104,25-26; 107,23-24; pero no sería extraño que Ben Sira haya hecho algún viaje marítimo.

43,26 Por razones estróficas lo juntamos a los anteriores. Recoge la concepción de la palabra de Dios como mensajero y ejecutor de órdenes: Sal 147,15.

43,27 -33 La estrofa final sube de las obras al Creador, que las sintetiza y supera todas, y repite la invitación a la asamblea, como lo pide el género hímnico.

43,27 Véase 42,17 y Sal 139.

43,29 Véase Sal 76 y también Sal 47,3; 96,4; 99,3. Y el comienzo del libro, 1,8.

43,30-31 Siguen las reminiscencias del cap. 1: los participios, las preguntas retóricas.

43,33 También como 1,10. Sabiduría para entender y proclamar sus obras. Gran sabiduría es aprender que, puestos a alabar a Dios, siempre nos queda más. 

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